Aranceles, amenazas y fútbol: el nuevo deporte extremo de la política.

Aranceles, amenazas y fútbol: el nuevo deporte extremo de la política.

Por Juan Azcarraga. ¡Ah, el presidente de los Estados Unidos lo ha vuelto a hacer! Como quien decide

Por Juan Azcarraga.


¡Ah, el presidente de los Estados Unidos lo ha vuelto a hacer! Como quien decide quitarle el chile a los tacos porque “pica mucho”, ha ignorado todas las advertencias y decretado un arancel del 25% a las importaciones de México y Canadá. Porque claro, nada dice “proteccionismo inteligente” como dispararse en el pie con una escopeta de feria.

Eso sí, el petróleo y el gas solo pagarán un 10%. Que no se diga que no hay consideración para los combustibles de la vida moderna, porque hasta el proteccionismo tiene sus límites… sobre todo cuando afecta el precio de la gasolina en un año electoral.

Lo primero es que el peso se tambalea. Dependiendo de qué tan optimistas o pesimistas sean los mercados (y cuánta Valeriana hayan tomado los inversionistas), el dólar podría alcanzar los 21 pesos… o los 23, lo cual significa que la próxima vez que vayamos a Estados Unidos, pedir agua del grifo será un lujo.

Pero lo más grave es el caos comercial. Imagínese usted que los productos mexicanos ahora llegan a EE.UU. con una etiqueta de “lujo innecesario”. El sector automotriz, por ejemplo, va a temblar más que un coche con suspensión china. México surte la mayoría de las autopartes para Ford, GM y Tesla, así que los costos de producción se van a disparar. Si las armadoras no encuentran un truco mágico para compensar esto, los consumidores gringos van a pagar más por sus autos… o mejor aún, seguirán manejando su vocho del 95.

Y luego está el sector agroalimentario. Los aguacates, tomates, berries y la sagrada cerveza mexicana costarán un 25% más. Imaginen la tragedia: los gringos enfrentándose a la realidad de pagar más por sus “tacos Tuesday” y su chela fría. Algunos dirán “bueno, que busquen aguacates en otro lado”, pero México es el corazón de esta operación.
Encontrar un proveedor igual de eficiente es como tratar de cambiar de taquero y esperar que te sirvan igual de bien.

Pero, ah, si esto fuera poco, las fábricas de electrodomésticos, maquinaria y electrónicos también sufrirán. Se pueden llevar la producción a otro lado, dicen algunos. Sí, claro, porque mover una planta industrial de un país a otro es tan sencillo como cambiarse de mesa en el restaurante.

Bloomberg, con su eterna seriedad, estima que las exportaciones mexicanas podrían caer hasta 30%, lo que es lo mismo que decir: se viene una tormenta fea.

El problema para México es doble. Primero, las exportaciones representan el 40% del PIB, así que si la demanda en EE.UU. baja, el golpe será fuerte. Y segundo, la inversión extranjera podría volverse un unicornio: difícil de encontrar. México estaba en plena fiebre de nearshoring, con empresas buscando producir más cerca de EE.UU., pero con este arancel del 25%, más de un CEO se lo pensará dos veces antes de poner su fábrica en Monterrey en vez de en Malasia.
El peso se depreciará, lo que hará más caras las importaciones de bienes de consumo y maquinaria. Esto podría acelerar la inflación, lo cual en términos prácticos significa que comprar un teléfono nuevo será igual de doloroso que pagar la hipoteca.

Ah, pero no crean que esto solo nos pega a nosotros. En EE.UU., la inflación podría aumentar si los costos se trasladan a los consumidores. ¿Les gustaba su camioneta nueva, sus fresas y su smart TV barata? Pues ahora serán bienes aspiracionales.

Y no olvidemos que México podría responder con represalias comerciales. Se dice que el gobierno mexicano está cocinando su venganza con aranceles quirúrgicos, es decir, impuestos apuntados con precisión de francotirador a los productos de estados republicanos. Porque si algo le duele a un político estadounidense, es perder votos en un swing state.

Pero aquí entre nos, parece más una estrategia para forzar el diálogo en temas como seguridad, narcotráfico y migración. Si alguien pensaba que esto solo era un berrinche comercial, es momento de verlo como un movimiento de ajedrez político.

Antes de este desastre comercial, en la segunda mitad de 2024, el 59.3% de los mexicanos creía que íbamos por buen camino, y el 33.7% pensaba que estábamos en una caída libre sin paracaídas. Pero después de este arancelazo, habría que ver qué dicen en la próxima encuesta de marzo. Apostemos: ¿subirá el pesimismo o los mexicanos seguiremos con nuestro legendario optimismo a prueba de balas?

Y ya que estamos en modo escándalo, hablemos de la Femexfut. Resulta que el INAI (ese organismo que supuestamente protege nuestros datos) fue forzado a intervenir en la gestión del Fan ID, ese sistema que prometía mayor seguridad en los estadios, pero que terminó pareciendo un catálogo de datos personales a libre acceso.

¿Y qué creen? Que el INAI, muy institucional él, habría presionado a la Femexfut para conseguir boletos para el Mundial de 2026 a cambio de reducir una multa de 23 millones de pesos. Básicamente, querían irse a ver el fútbol en primera fila con cargo a la ética institucional.

Por supuesto, la Femexfut y Mikel Arriola lo denunciaron, el escándalo salió a la luz y, de pronto, el INAI se desmoronó más rápido que la defensa de la selección en una eliminatoria.

Entre aranceles, venganzas comerciales, desplomes económicos y funcionarios pidiendo boletos para el Mundial, pareciera que vivimos en una tragicomedia permanente. Lo que sí es seguro es que, pase lo que pase, los tacos seguirán existiendo (aunque más caros) y los mexicanos seguiremos encontrando la manera de salir adelante… aunque sea a punta de sarcasmo.